Timothé Le Boucher era un autor hasta ahora desconocido para mí y creo que para la mayoría de los aficionados al comic de este país. Con poco más de treinta años este es su tercer álbum y todo presagia a que se convertirá en uno de los autores top de la nouvelle BD a los que habrá que seguir desde ya, porque vaya historia se nos marca el amigo.

Antes de continuar hago un pequeño inciso y diré algo que va en contra de cualquier reseña que se precie: lo mejor para disfrutar de este álbum al 100% es no saber nada de su trama, así que si quieres leerla deja de leer aquí mismo; sí, sí, aquí. Si sigues leyendo ya no habrá vuelta atrás… En serio te lo digo… ¿Quieres seguir? Luego no quiero quejas… Bueno, allá tú.

Si ya estás en este párrafo no te preocupes, aún charlaré un rato sobre este tebeo sin entrar mucho en profundidad, aunque toca dar unas pinceladas sobre lo que trata este álbum; y es que Le Boucher toca temas tan sencillos y a la vez tan temibles como el paso del tiempo, el miedo al cambio o la nostalgia. Parece que estoy hablando del ‘Ventiladores Clyde’ de Seth, pero no tiene nada que ver, ya que en un tono triste pero también optimista nos habla de la importancia de vivir el presente y de disfrutar de la vida. Thimothe Le Boucher coge todos estos conceptos y nos los cuenta a través de un más que inquietante thriller con tintes sobrenaturales, y que incluso a veces llega a rozar el terror.

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‘Esos días que desaparecen’ nos presenta a Lubin Marèchal, un joven de veinte años, despreocupado y risueño, que es miembro de una compañía de teatro en la que realiza un número circense de acrobacias. Hasta aquí todo bien. Al principio del álbum Lubin se da un golpe en la cabeza durante la ejecución de su número, pero no es grave, no nos preocupemos. ¿o sí? (Ahora viene el primer spoiler de la reseña, así que ojo con seguir leyendo). Al día siguiente Lubin va a su trabajo ordinario como dependiente en una supermercado. Cuando llega se da cuenta que no es el día de la semana que creía que era (lunes), sino el posterior (martes). Sin darse cuenta Lubin no recuerda un día entero de su vida. A partir de aquí Lubin y sus amigos, se extrañan y se preocupan, pero lo justo, algunos piensan que el golpe en la cabeza le pudo afectar, otros que estuvo todo el día durmiendo, cosas que pasan… El terror comienza cuando esto se vuelve a repetir y en lugar de despertarse el miércoles se despierta el jueves. ¡Atiza!

A partir de aquí Lubin va viendo como hay días que no ha vivido, y como no puede hacer nada para remediarlo. Entonces se da cuenta de que hay otra personalidad que toma su cuerpo y vive esos días, alguien con una personalidad completamente distinta a la suya y que decide que ya es hora de poner orden en la vida de saltimbanqui que lleva Lubin. A partir de aquí comienza una extraña e incómoda relación entre las dos personalidades que tendrán que ir adaptándose a compartir cuerpo. Así comenzarán a dejarse mensajes uno al otro, tanto para ir poníendose al día sobre lo que sucede cuando el otro no está, así como para organizarse sobre las tareas que hay que hacer y las obligaciones a cumplir. Esta situación se ira haciendo cada vez más incómoda para nuestro protagonista y los que le rodean, y hasta aquí puedo leer que no quiero revelaros nada más, es mucho mejor que lo descubrais vosotros mismos.

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‘Esos días que desaparecen’ es uno de esos tebeos que te atrapan desde el principio y no lo sueltas hasta haber llegado a la última página. Recuerdo estar leyéndolo y sentir congoja, agobio, malestar y miedo. No me había pasado esto con muchos tebeos, y mucho menos dentro del comic francobelga.

En cuanto al arte de Thimothe Le Boucher, reconozco que de primeras no me gustó mucho, a primera vista es frío y aparentemente simple, sus caras a veces parecen inexpresivas, eso y los colores planos hacen que a primera vista un album así pueda echar un poco para atrás (lo mismo me pasó con ‘Sabrina’de Nick Drnazo). Sin embargo, cuando empecé a leerlo me hice pronto a su estilo, y descubrí el acertado uso de las sombras y de la paleta de colores, en la que predominan los colores como el gris, azul o el violeta, que transmiten frialdad, la misma frialdad que marca el tono de este álbum y que a veces hace que se te hiele la sangre. En este sentido me recuerda también al dibujante español Miguel Ángel Martín, autor creepy y malrrollero por excelencia, del que habrá que hablar en otro post, que bien lo merece.

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En España tenemos que agradecer a Dibbuks, editorial de la que cada vez soy más fan, la publicación de este comic. Nos lo traen en un cuidado tomo a todo color en cartoné a un precio de 28 euros, lo cual me parece más que ajustado.

 Así que amigos, si quereis pasar un buen mal rato y sentiros como cuando terminais de ver un capítulo de ‘Black Mirror’ no lo dudeis, ‘Esos días que desaparecen’ de Timothe Le Boucher es vuestro tebeo. Palabrita.

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