Y lo cierto es que para ser su primer álbum como artista completo, Gibrat ha logrado una obra maestra. Ya conocíamos al dibujante seductor, sobre todo por sus mujeres de papel y belleza clamorosa, pero con ‘La Prórroga’ se nos presenta como un verdadero autor gracias a una historia de riqueza nítida y a un texto musical que solo puede ser de él. Sus diálogos son genuinos como la vida misma, sensibles y divertidos, profundos y conmovedores… Con ‘La Prórroga’, Jean-Pierre Gibrat se revela de golpe y porrazo como uno de los grandes autores de la historieta franco-belga, en tan solo dos álbumes.

Imágenes de portada de los dos tomos
Imágenes de portada de los dos tomos

Gibrat ahonda en la psicología de un personaje que pone su vida en entredicho por una decisión repentina y reflexiva: la cuestión de saber cuál hubiera sido su propia actitud en circunstancias similares. La historia se construye a partir de ambientes, decorados y lugares, conocidos por el autor, el Aveyron francés. Esta región estuvo bastante tranquila durante la II Guerra Mundial, salvo los pueblos bajo la ocupación Nazi, donde los ciudadanos sufrieron ciertas privaciones: en el campo no tenían azúcar ni café, pero sí gallinas y huevos, y se apañaban como podían. Su padre vivió allí durante la guerra, igual que el protagonista de la obra, Julien. El argumento está inspirado en un primo del padre de Gibrat, que fue ocultado por su madre en una pequeña granja aislada de Francia.

Una de las preocupaciones del autor fue que los lectores creyesen profundamente en los personajes, y lo que más le gustó fue dotarlos de diferentes personalidades. Las relaciones que mantienen entre ellos se caracterizan por grandes diálogos. En este sentido, el dibujo también estuvo influido por esa obsesión de Gibrat por la autenticidad de los personajes, por eso se inspiró en un amigo para el diseño del protagonista. También intentó diseñar caras creíbles, por eso los rostros de algunos personajes están inspirados en fotos de personajes de la época. Simplemente genial.

Primeras páginas de 'La Prórroga'
Primeras páginas de ‘La Prórroga’

La historia está escrita de una manera brillante y rica en saltos imprevistos. Tiene un estilo ágil y pleno de realismo que mantiene el interés desde el principio hasta el final, pues el observador que nos describe, podría ser cualquiera de nosotros en el papel de voyeur. De repente, uno se encuentra agazapado en el granero de una casa, mirando sin querer ser visto. El dibujo potencia aún más la profunda impresión de autenticidad que transmite la historia. El menor de los detalles, y estos abundan, se presenta con un escrúpulo del realismo que provoca nuestra admiración. Sencillamente es formidable.

En ‘La Prórroga’ podemos ver relaciones humanas reflejadas en pequeños diálogos instantes de la vida cotidiana, y se nota que el autor se maneja en este entorno como pez en el agua. Es interesante ver cómo cada personaje reacciona de manera diferente ante un mismo acontecimiento.

Entierro de Julien, el protagonista – Cecile en apuros con los colaboracionistas Nazis
Entierro de Julien, el protagonista – Cécile en apuros con los colaboracionistas Nazis

Por otro lado, al margen del romanticismo de la relación entre los protagonistas, también está presente el romanticismo del lugar. Como por ejemplo el Saut de la Mounine, acantilado desde el que Cécile (el personaje femenino de referencia de la obra) y Julien alcanzan a contemplar todo el valle.

Es curioso porque a la hora de buscar, el autor está más interesado por la realidad del efecto que no del propio realismo, es decir, cuando crea una escena como la del acantilado, su intención es que los lectores oigan el cri-cri de los grillos, los ladridos de los perros, el rumor del viento entre los álamos y el claxon del vehículo que circula a kilómetros. De hecho él no se siente un dibujante realista.

El carácter de los personajes femeninos están sugeridos mediante un mínimo de diálogos. Cécile está diseñada con escasos elementos, sin embargo, los lectores tendrán una visión común de ella en un 80%. Por ejemplo, cuando vuelve de París, nadie la imagina en un cabaret bailando el be-bop hasta las tantas de la madrugada. Resulta más fácil imaginarla junto a una chimenea encendida, leyendo tranquilamente. En eso radica la mayor dificultad, es decir, construir un personaje con escasa información. En este sentido aquí estamos más cercanos a una canción que a una novela ya que el poder de vocación se potencia al máximo.

La sensualidad femenina es una característica de Gibrat
La sensualidad femenina es una característica de Gibrat

Curiosamente apreciamos que no es una top Model, sino una mujer que emociona con su encanto y sensualidad. De alguna forma nos hace tímidos y balbucear gracias a esas posturas y esas miradas que establecen unos maravillosos instantes mágicos que te enamoran a fuego lento.

La trama tiene un arranque inusual y es que el protagonista narra su propia muerte. Es llamado por las milicias para ir al frente y de camino su tren es bombardeado. Afortunadamente minutos antes del ataque había decidido desertar para volver a su pueblo y salva milagrosamente la vida. A su vuelta al pueblo todos le tienen por una víctima más del bombardeo, porque no hubo supervivientes.

La narrativa visual de Gibrat es casi cinamatográfica
La narrativa visual de Gibrat es casi cinamatográfica

Obligado a mantener el anonimato para que no le juzgasen por desertor, se instala en una casa abandona en el centro del pueblo que usa como mirador de la vida cotidiana de los parroquianos y de sus seres queridos. Pero esto solo es el punto de partida de todo lo que estará por venir.

Sin lugar a dudas es una de las perlas que publicó la mítica CIMOC de la editorial Norma, y que nos recomendó Jose de la librería madrileña ‘El Coleccionista’, a quien les estamos tremendamente agradecidos por descubrírnosla.

Acuarela original, antes de rotular
Acuarela original, antes de rotular